Tras realizar varios trámites durante la mañana, me dispuse a volver a casa para preparar la comida. Aunque era primavera, hacía frío y decidí tomar el transporte urbano en vez de volver dando un paseo. Al llegar el autobús, pagué el billete con la tarjeta de contacto y me senté detrás del conductor.
Seguro que a la mayoría nos ha pasado que al ir conduciendo, el coche de nuestra izquierda quiere girar a la derecha como si no estuviéramos.
Eso es exactamente lo que pasó. El bus urbano parado mientras subía y bajaba gente. Justo delante de la parada, una bifurcación a la derecha. El coche del carril derecho quiere seguir recto; en cambio, el coche del carril izquierdo, quiere coger la bifurcación a la derecha.
Ambos conductores se enfurecen y comienzan a decirse de todo, calentándose la discusión rápidamente.
El conductor del carril de la derecha, entre insultos y recuerdos de los familiares cercanos del otro conductor, le hace un gesto con el dedo que todos conocemos.
En ese instante el conductor del bus urbano grita: “Déjalo, no ves que te ha saludado con el corazón?”.
Entre cierto grado de estupefacción de los pasajeros, ambos conductores miraron hacia el autobus con cara de asombro; A continuación centraron la atención de nuevo en sus volantes y de forma silenciosa terminó la acalorada discusión.